lunes, 23 de abril de 2012

TOBY DAMMIT by FELLINI


Cuando un grande como Fellini interpreta a un grande como Poe. 
Este corto no tiene desperdicio. Subo el final porque me parece una perfecta síntesis de la neurosis: el tipo que estrena su ferrari dando vueltas por un decorado del que no puede salir.


"He was detestably poor, and this was the reason, no doubt, that his expletive expressions about betting, seldom took a pecuniary turn. I will not be bound to say that i ever heard him make use of such a figure of speech as "I´ll bet you a dollar." It was ussually "I'll bet you what you please," or "I'll bet you what you dare," or "I´ll bet you a trifle," or else, more significantly still, "I´ll bet the Devil my head".

E. A. Poe

viernes, 20 de abril de 2012

Al margen

Hoy, día fatal. Cansancio milenario.
Encuentro el epígrafe en un libro de Maeterlink.

La parole est du temps, le silence est de l'éternité.


Kibbutz literario

Inspirador fragmento de la página 88 de RB por RB:

"El goce de escribir, de producir, apremia a todos; pero como el circuito es comercial, la producción libre sigue atascada, enloquecida y como desesperada; (...) lo cual hace que esta suerte de eyaculación colectiva de escritura, en la cual podría verse la escena utópica de una sociedad libre (donde el goce circularía sin pasar por el dinero), está encaminada hoy hacia el apocalipsis."

Sueño con esa sociedad. Me imagino a Gertrude Stein, a Francis Scott Fitzgerald. 
Por oposición a ese ideal de literatura festiva, la realidad decadente de los talleres literarios.

martes, 17 de abril de 2012

La ética del autor

En esto consiste la teoría del profesor L.:
Compara dos términos: de un lado César Aira que no mata a sus personajes por razones éticas; del otro Flaubert y el episodio del truculento envenenamiento de Mme Bovary.
Y a raíz de esto concluye algo que no deja de suscitar en mí una incómoda inquietud. Dice “…no es que vayas a ir preso pero para dedicar páginas enteras a la muerte de tu personaje tenés que estar algo tocado”.

En la teoría del profesor L. he identificado varias fallas:
Mi punto más sólido es que no es necesario matar a nadie para edificar una ficción aberrante y pongo por caso la saga de las mil y una películas de Barbie donde casi nadie muere, aunque ganas no nos falten.
Segundo punto: ¿hay que estar un poco tocado para dedicar páginas enteras a narrar la muerte de alguien? Esta afirmación no deja de ser verdadera pero es engañosa, recorta mal su objeto y muy bien podría haber terminado antes, porque está claro que podríamos decir sencillamente que hay que estar un poco tocado para narrar. Los cuerdos no necesitan descargar nada sobre el papel, ya lo han hecho todo, ya han accionado y reaccionado a todo lo que debían, han interactuado perfectamente con su entorno y al llegar a sus casas no tienen más que meterse limpiamente en la cama y soñar negro. Los que escribimos, criaturas del insomnio, atormentadas, revueltas, desordenadas, que además de comer y bañarnos, trabajar, hacer algún deporte y coger, nos auxiliamos en la imaginación y el papel, estamos sin duda tocados, lo que no es en absoluto grave, más bien nos ayuda a pertenecer a esta locura que es la humanidad y bien llevada, nuestra porción de irracionalidad hasta nos hace más interesantes.
Coda a mi segundo punto: si no sos una espía rusa ni recorriste el desierto de Gobbi en moto y no estás un poco tocado, ¿qué vas a decir? Acá hay un error conceptual. Se cree que la experiencia ha de buscarse afuera, que es algo real y concreto de lo que uno se puede apropiar echando mano. Se la figuran como algo extensional, que se puede recorrer y acumular. No es así, la experiencia es una grieta interna y sus efectos son los de una potencia que actúa intensionalmente sobre nuestra siempre frágil integridad. Aquellos que piensan en el desierto de Gobbi no se cansan de citar el caso de Hemingway pero de lo que se olvidan es de que Hemingway escribía como escribía porque estaba jodidamente trastornado, no porque salía a pescar. Por supuesto que hay incontables casos de escritores con experiencias fuertes, pero el punto se resume en lo siguiente: a algunos les hace falta ir a la guerra para alienarse, a otros no.
Digo todo esto aunque no voy a negar que me tiembla un poco el pulso cada vez que entro a la ficción a matar a un querido y que después de cierta anécdota -que voy a proceder a contarles- me dediqué a hacerlo sólo en la intimidad.
Hace unos años mi espíritu práctico me llevó a probar suerte en un tallercito literario cerca de casa. Por teléfono la señora había sido concisa, combinamos un horario y me pidió que llevara un cuento. Ni bien llegué pude comprobar mi error: la mesa desbordada de macitas y de los invitados sonrientes deduje cierto ambiente festivo del que yo no iba a poder participar. Eso fue incluso antes de las lecturas. Después nos sentamos en ronda y los invitados, entre facturas y café con leche, fueron convidándonos sus dulces palabras. A mí me dejaron para el final porque era nueva, lo que me dio el tiempo suficiente para reflexionar: ¿cómo iba a hacer para leerles el cuento que había traído, lleno de asesinos, violadas, insultos y sangre como para hacer estallar bancos enteros de donantes? Mi estilo a lo Takeshi Kitano no entonaba precisamente con, por poner un claro ejemplo, el poema de amor de mi antecesora. “No puedo leerles mi cuento”, recuerdo que pensé, “estas señoras se van a atragantar con las macitas”. Mi intención era buena pero si de algo estaba segura era de que ese cuento no estaba escrito para ese público. Sencillamente no era mi público. Muy por el contrario, era la clase de público que me acusaría de loca perversa y me cerraría la puerta en las narices, y si bien estaba segura de que jamás volvería a pisar ese lugar, no quería declarar ninguna guerra, por lo que al llegar mi turno, dije:
-Discúlpeme, maestra, pero me equivoqué, éste no es el cuento, son unos apuntes de clase.
Y así fue como salí indemne. Recuerdo que los talleristas quedaron encantados con aquella discreta mujer que había escuchado tan callada sus excrecencias simbólicas y hasta me invitaron a comer. También recuerdo haberme felicitado por el silencio. Saber callar. No hay nada como un silencio a tiempo.
Memorándum:
La literatura no se lleva bien con las macitas.
La proximidad espacial no implica afinidad intelectual. A veces Mahoma tiene que ir a la montaña, y a veces la montaña no está a la vuelta de la esquina.
Pero para ir podándole las ramas a esta arborescente argumentación, después de un cuento no hay nada como un baño caliente y a dormir. La vida toma otro color. No termino de entender una postura que condena la liberación de la ficción en defensa de una ética claustrófila.
Escribir es desnudarse, mostrar a lo Barthes el pequeño punto en la nariz. No tengo vergüenza, mírenme. Soy linda igual, con todas mis miserias, y quizá gracias a todas ellas.

Siguiente punto: un microrrelato borgeano-kafkiano:

Cuando fue llevado ante el tribunal, el juez habló:
-Usted ha apuñalado a su padre.
A lo que el hombre respondió:
-No, sólo lo he apuñalado en un sueño y en un sueño mi padre no es mi padre; mi padre soy yo, como yo soy yo, como el puñal soy yo. En tal caso me he apuñalado a mí mismo.
El juez no oyó razones.
-Usted ha matado a su padre, y que eso haya sido en un sueño, en última instancia, es un atenuante. Si su padre está aún vivo es obra del azar. Usted es igualmente culpable y debe cumplir su condena.
El hombre despertó y comprendió que el juez, como el puñal y como su padre, también era él. Aún así estaba en una celda.

Hemingway dice "Hay que matar a los seres queridos". El profesor L. dice que no. Yo apuesto por Hemingway.
La postura de L. ofrece un baño sin jabón. Para mí los cuentos son baños morales. Después de terminar un cuento me siento limpia. Algo no ocurrirá, algo de ese misterio de hechos que aguardan su concreción se desordenará, algo de ese invisible variará sin que podamos decir con exactitud en qué. A modo de consuelo –no dirigiremos las estrellas pero. Algo de esto dijo el mismo profesor al hablar de la desidentificación. Expropiar las miserias de sí.

Mi punto más contundente: ¿Se puede matar a un personaje? ¿cuántas balas hacen falta para matar a un personaje? Madame Bovary comenzó a envenenarse en 1856, es decir que ya lleva más de un siglo y medio haciéndolo. Además, ¿debemos perdernos de experimentar en la ficción aquello que tanto nos perturba y que nunca sabremos lo que es?
Aunque quisiéramos, no podríamos no hablar de la muerte porque la muerte está en cada silencio, en el roce de los cuerpos, en un orgasmo, en una mirada, en un proyecto, etc. Se la podrá privar de la adjetivación, se la podrá privar del nombre pero aún así estará bajo la silenciosa forma y no faltará palabra que la señale allí donde no esté nombrada, a ella, la misteriosa que nos arrebata y alrededor de la que construimos nuestro humilde hálito de vida.
Por último, demás está decir que creo que nadie invitaría a comer a sus personajes.

Vocabulario

Estasis
Enantiosema

Me voy a morir sin haber entendido nada.
Así lea y relea, imagine, conjeture y pruebe y diga y desdiga y discuta y especule y acierte o fabule, me voy a ir con las valijas vacías, masticando aire. Morimos. No hay secreto.

lunes, 16 de abril de 2012

Roland Barthes por Roland Barthes

En China, hace mucho tiempo, a toda la comunidad la enterraban alrededor de la abuela.

Mutación brusca del cuerpo (después de salir del sanatorio): pasa (o cree pasar) de la flacura a la corpulencia. Desde entonces, perpetuo debate con ese cuerpo para devolverle su flacura esencial (imaginario de intelectual: enflaquecer es el acto ingenuo de querer-ser-intelectual).

¿Dónde está su cuerpo de verdad? (...) aún y sobre todo respecto a su propio cuerpo, usted está condenado al imaginario.

Activo/reactivo

En lo que escribe hay dos textos. El texto I es reactivo, movido por indignaciones, defensas, escenas. El texto II es activo, movido por el placer. Pero al irse plegando ala ficción del Estilo, el tecto I se hace a su vez activo; entonces pierde su piel reactiva, que sólo subsiste por placas (en pequeños paréntesis).

...el arte de vivir no tiene historia: no evoluciona: el placer que desaparece, desaparece para siempre, insustituible. Vienen otros placeres que no reemplazan nada. No hay progreso en el placer, sólo mutaciones.

El nombre: el último suspiro que queda de las cosas.

Escribo: esto es el primer grado del lenguaje. Luego, escribo que escribo: es el segundo grado. (Ya Pascal: "Pensamiento que se me escapa, yo lo quería escribir; escribo, en cambio, que se me escapó".)

Nota mía al margen: hipostasiar la diferencia.

Memorándum

No pintarte las uñas cuando vas por tu tercer trago de vodka.

domingo, 15 de abril de 2012

Algo


Hay algo, ¿no te parece que hay algo? Podríamos hablar del amor en términos técnicos y definir su amplitud, su frecuencia, su duración, su grado de intensidad, etc., y no habremos dicho nada. 

Ideas...
Un lugar aparentemente anodino.
Los informadores mienten sistemáticamente.

Traductor

Pueblo soberano de la República Argentina: 40 millones de costillas para el asadito del domingo en la casa de campo de la familia K.

jueves, 12 de abril de 2012

Colección de recursos

Help a él de Fogwill: Recurso Memento
Traté de recordar el olor del jarabe. Estaba allí, se habían apagado las luces, había llegado música, Adolfo había dejado el cuarto, después me había advertido algo sobre el agua, después yo había bebido, poco después él sirvió mi copita y tomó un trago de la botella, finalmente él sirvió mi copita y tomó un trago de la botella, finalmente yo subí la escalera y los dos viejos se habían marchado a su partida de póker; acabábamos de comer. Recordé varias veces la misma secuencia invertida y la música acompañaba mi recuerdo invirtiéndose también.

Misery de Stephen King: Atención flotante. (28)
La novela nueva se llamaba Autos rápidos, y no rió al terminar. Sólo se quedó inmóvil un momento frente a la máquina de escribir, pensando Es posible que te ganes el American Book Award del año que viene, amigo. Y después había...
-...un pequeño moretón en la sien derecha, pero eso no parecía grave. Eran tus piernas... De inmediato pude ver, aún en la penumbra, que tus piernas estaban...
...levantado el tubo del teléfono y pedido una botella de Dom Périgon. Paul recordaba haber esperado que llegase caminando ida y vuelta a lo largo del cuarto en el que había terminado todos sus libros desde 1974...

El fin de Jorge Luis Borges: Juego visual.
La llanura, bajo el último sol, era casi abstracta, como vista en un sueño. Un punto se agitó en el horizonte y creció hasta ser un jinete, que venía, o parecía venir, a la casa.

miércoles, 11 de abril de 2012

Volver a leer Respiración artificial

Nada me deprime más que leer un libro que ya leí sin recordar ni una sola línea. Tener la certeza de que ese libro que leo como si fuera una novedad ya lo leí, íntegro, hace unos años. Violentamente desesperanzador.
Aunque ahora que lo pienso hay un atisbo de esperanza: ¿por qué hay libros que recuerdo mejor que otros? Quizá leídos antes que aquellos que olvidé por completo. ¿Y si no estaba escrito para ser leído por mí en ese momento? Recuerdo los libros que me marcaron y en todos los casos recuerdo haber pensado que se trataba del libro indicado para ese momento. Hay algo de eso, de mensaje que debe llegar en el instante justo para ser escuchado. Si no simplemente sigue su camino sin resistencias, sin diálogo.

martes, 10 de abril de 2012

viernes, 6 de abril de 2012

El sueño americano del escritor

Fantaseo con escribir una novela sin detenerme hasta el final y sin esfuerzo, algo así como el asalto al banco literario, la gran estafa al capital simbólico. La realidad es otra. Cada palabra es un mordisco a nuestra integridad física y moral pero es también un entrenamiento necesario para la buena salud, y a quienes me digan que la escritura no saca músculo los reto a que pasen y miren mi cuerpo de atleta.
Sin embargo aún no me atrevo a contestar a la pregunta de Fitzgerald: "¿Has hecho de tu cuerpo un instrumento útil o lo has ignorado?"

Orgasmos kafkianos

Nada de lo que me enorgullezca más.

miércoles, 4 de abril de 2012

Lista de cuentos que me gustaría que existieran o de títulos para cuentos futuros

Queen of the gas station. Una canción.
Me gustaría escribir un cuento sobre una estación de servicio en medio de la ruta. Quizá protagonizada por los mismos personajes de Gag con estilo beat. On the road yeaaaaah!

Para quienes no entendieron de qué va lo siniestro, este título es una síntesis: "Canción de cuna para un cadáver". Genial. Así se llamaba una película de terror de medio siglo atrás.

Sin título. A modo del pequeño punto en la nariz del que habla Roland Barthes, un hombre vacila en su atracción hacia una mujer. Del perfil derecho es hermosa pero del otro algo monstruoso aparece. Es difícil de explicar. Algo mínimo en la proporción hace trizas el divino equilibrio que podía apreciar desde otro ángulo.

¿Qué es la literatura?

Si pudiéramos responder a la pregunta, no habría tal cosa como la literatura. Cada obra, cada cuento, cada poema es un intento vano de replicar a ese misterio. Yo por mi parte voy a dedicar el resto de mi vida a ensayar una respuesta al escribir un cuento, una novela, un poema, pero también al atarme los cordones de los zapatos o cepillarme los dientes o coger con el vecino.... en ese devenir literario que es la vida o devenir vital que es la literatura, y ese proceso casi mágico de ficcionalización que convierte las miserias más hondas del ser humano en ingrávida fantasía.